Son jornadas de discusión en la República transalpina, a causa de la decisión de su presidente Nicolas Sarkozy de reconducir a Francia en el Comando militar integrado de la OTAN. De hecho, esto representa un punto de ruptura con la tradición gaullista y ha suscitado fuertes reacciones, no sólo por parte de la oposición, sino también dentro de la misma mayoría. Muchos de los componentes de esta última juzgan la decisión de Sarkozy como un regalo al recién elegido presidente de los Estados Unidos, Barcak Obama, y como una degradación de Francia a la clase de vasallo, defensor de los intereses estadounidenses.
Fabiana Agrò
Equilibri.net (25 febrero 2009)
Esto pareció ser un primer paso hacia un acercamiento francés a las posiciones de la OTAN. De hecho, el Eliseo se está preparando para la retirada en el comando integrado de la Alianza Atlántica. Esto cerraría un largo paréntesis abierto, en 1966, desde el general Charles de Gaulle, que decidió retirarse, abriendo el camino a una Francia independiente de los mecanismos del Pacto Atlántico y proyectada sobre una posición más europeísta.
El anuncio de este cambio de dirección en la política exterior francesa debería realizarse en los próximos 3 y 4 de abril, con motivo de la cumbre de Estrasburgo y Kehl, que celebrará los 60 años de la OTAN y en la cual participará el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Entre los contenidos del livre blanc, surge también la intención francesa de proseguir en la creación de una fuerza militar europea, compuesta por contingentes nacionales y para colocar bajo las futuras capacidades de comando y de planificación militar de la Unión Europea.
Es a la luz de este proyecto como se explica la decisión de Sarkozy, que considera a la OTAN y a la UE complementarios, en lo que concierne a la futura estrategia de defensa del continente europeo, también por esto, no intenta renunciar absolutamente al objetivo más tradicional de dotar a la Unión de sus propias capacidades de planificación y de dirección de las operaciones militares. El presidente francés espera que un acercamiento de Francia hacia la OTAN pueda facilitar a Europa una especie de vía libre americana hacia el reforzamiento de la Política Europea de Seguridad y Defensa común (PESD), que muy a menudo, ha pasado a un segundo plano durante los últimos años.
Probablemente, el Eliseo sacará ventajas de su cambio de ruta. De hecho, parece que el acuerdo sobre el retorno francés en el comando integrado de la OTAN prevea que se asignen a los generales transalpinos dos comandos militares. Por una parte, el Allied Command Transformation (Act), situado en Norfolk, Virginia (EE.UU.), que se encarga de controlar las transformaciones de la Alianza. Por otra parte, uno de los comandos regionales de la OTAN, que se encuentra en Lisboa, la OTAN Response Force, o fuerzas de reacción rápida de la OTAN, que se ocupa también del papel de centro de análisis de foto satélites.
Sarkozy continúa considerando el completo retorno de Francia en la OTAN como una especie de “normalización”, porque en realidad, Francia ya está activa en las misiones militares de la Alianza, pero, aunque se obtuviesen ventajas de ello, muchas son las críticas a esta decisión, no sólo por parte de la oposición, sino también por su misma mayoría.
Actualmente, en el seno de las Comisiones para los Asuntos Exteriores y para la Defensa se están desarrollando diversas discusiones. En todas, surge la petición de un debate parlamentario seguido de una votación sobre la reintegración francesa en la Alianza Atlántica. Si por la votación, se origina una intención contraria a la de los planes del jefe del Eliseo, el primer ministro, François Fillon, estaría dispuesto a elevar la cuestión de confianza, esto llevaría a las dimisiones del gobierno en caso de no obtener la mayoría.
El temor que se extiende entre los objetivos es que un mayor peso francés en las estructuras integradas de la OTAN pueda conllevar el final del proyecto para una Defensa común europea más independiente. Sin contar con el riesgo de una pérdida de soberanía y del papel que Francia ha mantenido durante los últimos años en el escenario internacional: en concreto, el papel de “puente”, mediador entre los intereses occidentales y mediorientales. Además, es necesario atender al temor en el seno de la opinión pública que este “golpe de escena” en la política francesa pueda convertir a la misma Francia en objetivo de represalias por parte del terrorismo internacional, que ve a la República transalpina como el último bastión independiente de los intereses estadounidenses presente en el Viejo Continente.
UMP: contrastes internos sobre el reintegro en la Alianza Atlántica
Por el contrario, soberanistas y defensores del gaullismo ven en esta reintegración una amenaza para la independencia de Francia. Piden un debate en la Asamblea plenaria, seguido de una votación. “La implicación francesa en el comando de la OTAN”, sostienen, “no ofrece ninguna garantía”, temen, además, un alineamiento diplomático a Estados Unidos y “también si tenemos valores comunes, los intereses difieren”, ha declarado Jacques Myard.
Junto a esta posición, Dominique de Villepin, que teme, sobre todo, la ruptura con los países tradicionalmente cercanos a Francia, en Oriente Medio y en África del Norte, pero políticamente alejados de Estados Unidos. En la línea de Villepin, se encuentra Lionnel Luca, para el cual cuenta “el aspecto simbólico de este hecho, en cuanto a que para la mayor parte de los países árabes, Francia en la OTAN sería una pésima señal.
Otras voces piden mayores garantías en la política que la OTAN intentará mejorar en los próximos años, sosteniendo que, aun así, Francia ya está comprometida en las operaciones de la Alianza con un buen número de militares y que no encuentran la necesidad de institucionalizar este empeño.
Finalmente, encontramos quien está dispuesto a alejarse del partido si Sarkozy no aceptara discutir el proyecto en el Parlamento y el resultado de la votación que se consiguiese, y quien pide en voz alta la convocatoria de un referéndum para comprender qué piensan los ciudadanos franceses sobre la cuestión.
Traducido por Raquel Guindo Martín
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