UN AMIGO DE LAI NOS MANDA LA SIGUIENTE DENUNCIA QUE HACE UN ESCOLTA EN EL PAÍS VASCO. POR SU INTERÉS LO REPRODUCIMOS ÍNTEGRAMENTE Y QUE CADA UNO SAQUE SUS PROPIAS CONCLUSIONES. SEGURO QUE ALGUNO QUE DICE SER MEDIO DE COMUNICACIÓN O LOS SERIOS SE HACEN ECO DE ESTO. O AL MENOS IRÁN TIRANDO DE LA MANTA EN LA BÚSQUEDA DE OTROS TEMAS… APOSTAMOS?
FDO: LAI
¡Buenos días!
Mi nombre es, digamos de momento que Jorge. Soy un escolta privado en activo (“por
el momento”) en el País Vasco dese hace 8 años, de los cuales he desempeñado mi actividad
laboral prestando mis servicios de protección a personas amenazadas por E.T.A., dependientes
del Ministerio del Interior y del Gobierno Vasco, prácticamente desde mis inicios en la misma
empresa de seguridad afortunadamente (ya que trabajar para una misma empresa en este
sector tan cambiante durante tanto tiempo, por desgracia, no suele ser muy habitual).
El motivo por el cual me dirijo a Ustedes es para denunciar la situación de desamparo
en la que nos encontramos los escoltas privados en el País Vasco y Navarra desde hace más de
un año debido a los últimos acontecimientos que se vienen produciendo a tenor de la famosa
crisis (que también han incidido en Seguridad Privada en forma de recortes presupuestarios
para los servicios de protección provenientes del Ministerio del Interior y del Gobierno Vasco
y, por lo tanto, en reducción paulatina de servicios de protección a personas amenazadas por
E.T.A. en estas dos Comunidades Autónomas); y paralelamente por la famosa “tregua”
declarada por la Banda Terrorista que, “curiosamente”, han ido casi unísonas en el tiempo, en
cuanto a reducción de personal y acto seguido, declaraciones en favor de la paz y rechazo de la
violencia por parte de E.T.A. o la izquierda abertzale. Y que, desde el año pasado
(especialmente desde finales de año), se ha traducido en nuestro sector en despidos masivos
(y los que quedan) y adjudicaciones tras el último sorteo de servicios de protección (o “plicas”,
como las conocemos aquí vulgarmente) a empresas de seguridad con menor presupuesto y,
por lo tanto, peores condiciones laborales y salariales para un mismo trabajo por el cual, hace
unos años, se nos remuneraba por casi el doble, y con más medios a nuestro alcance.
En estos tiempos que corren, en la que la crisis ha afectado duramente al empleo en
prácticamente todos los sectores (pareciendo además que no vaya a mejorar la situación, al
menos a corto plazo). Donde hay una desconfianza y desconexión cada vez mayor entre los
ciudadanos y la clase política, ya que siguen sin “escuchar” a la gente, mientras (a mi modo
particular de ver), parece que los políticos están a lo suyo, es decir a sacarse los trapos sucios
los unos a los otros para ver quién es el menos merecedor de estar en el Gobierno (de
cualquier Administración), y más ahora que están a punto de comenzar la campaña electoral, y
tanto en Madrid como aquí en el País Vasco y Navarra están “a la gresca” para ver si conviene,
o mejor dicho, si les conviene tanto a unos como otros, legalizar o no a la izquierda abertzale
para que ésta se presente a las próximas elecciones ante un posible escenario del final de
E.T.A. Pero ese es otro debate muy abierto ya desde hace tiempo en el cual yo no voy a entrar.
Lo que quiero decir con esta última reflexión es que, tanto yo como muchos de mis
compañeros, tenemos la sensación desde hace ya tiempo que, aparte de los tiras y aflojas que
se traen los políticos (de todos los signos que están enfrascados en este debate) con la
izquierda abertzale en este escenario de tregua (y ya veremos qué pasa después de las
elecciones), parece que no hay nada más cosas que resolver sobre el asunto, como podría ser
el caso de nuestra situación: “¿qué hacer con el sector (y somos muchos los que estamos en el
sector) en caso de que se acabe la amenaza terrorista?”. Conforme están sucediendo las
cosas, insisto, desde hace más de un año, parece que no han pensado en nada, o lo que puede
ser peor, que lo tengan ya muy bien pensado, y mientras nadie proteste, seguimos adelante.
Por lo que mi denuncia va dirigida principalmente a la clase política en general y a los
políticos regionales en particular, que son los principales responsables de nuestra situación
(motivo que razonaré más adelante), ya que, sobre todo los que conocen y han vivido esta
situación (la de ir escoltado para poder vivir con cierta tranquilidad) y que algunos de ellos son
ahora diputados o senadores en Madrid, parece que se han olvidado de nuestra labor,
esfuerzo y sacrificio personal (por qué no decirlo también, ya que verdaderamente ha sido así
en la mayoría de casos) que llevamos realizando aquí desde hace mucho tiempo por su
integridad física y su seguridad, sin que la mayoría de ellos, ahora que parece que ya no nos
necesitan, que nos dan la espalda y que nos abandonan a nuestra suerte, ni si quiera ni nos lo
han tenido en consideración ni nos lo han agradecido públicamente, y por lo tanto, si nadie
dice nada, poco a poco estaremos cayendo en el olvido como si nunca hubiéramos existido…
Pero mi frustración no va dirigida solamente hacia ellos, sino también hacia las
empresas de seguridad que después de tantos años (y perdón por la expresión) “chupando del
bote”, porque esta situación, ha sido el “gran negocio “ para las empresas de seguridad. Sólo
hay que ver los presupuestos que se han dedicado durante todos estos años a la protección de
personas amenazadas por E.T.A., para darse cuenta que, desde el punto de partida del
presupuesto hasta la llegada a nuestras nóminas, mucho dinero se ha parado a mitad de
camino, es decir, en las empresas de seguridad adjudicatarias de estos servicios durante este
tiempo. Sin embargo, ahora que los presupuestos son menores, los beneficios de las empresas
son menores sí, pero no porque el presupuesto sea menor, sino porque hay menos servicios
de protección y , por lo tanto, para poder seguir obteniendo beneficios, o nos echan a la calle
por una miseria (aprovechando la nueva Ley de empleo) o nos ponen unas condiciones
infumables que, o aceptas o a la calle, ya que como ahora sobra gente, si no quieres aceptar
las condiciones nuevas, otro seguro que las aceptará, y a ver quién es el valiente que protesta.
También he de protestar por la actitud que están teniendo ante esta situación los
Sindicatos y las diferentes Asociaciones de Escoltas Privados que, bajo mi punto de vista, creo
que no están enfocando del todo bien nuestro problema. Pienso sinceramente que, ya sea por
la crisis o por el hipotético caso del final de E.T.A. o por ambas cosas, finalmente la protección
a personas amenazadas en el País Vasco y Navarra, de no cambiar radicalmente las cosas
después de las próximas elecciones, va a quedar reducida a la mínima expresión y, por lo
tanto, van a ser muy pocos los compañeros que seguiremos, o quizá “seguirán” realizando
dicha función (y habría que ver en qué condiciones). Y tanto unos como otros (Sindicatos y
Asociaciones) están intentando conseguir la perpetuidad de nuestros puestos de trabajo y
tímidamente en nuestra reubicación, y viendo que ahora parece que no somos necesarios, o
mejor dicho (viendo “las formas” que están usando para nuestra “forzosa retirada”) y no les
somos ya de utilidad, deberían insistir muchísimo más a quién corresponda con nuestra
reubicación, porque la batalla por asegurar nuestros puestos de trabajo está perdida desde
hace ya mucho tiempo.
Para ser justos, habría que entonar un poco el “mea culpa”. Y es que también mi
malestar va dirigido a algunos compañeros (que no todos) que, sin ánimo de ofender, no han
sido todo lo profesionales que deberían ser, y parte de los pasos atrás que hemos ido dando
en nuestras condiciones laborales durante estos años ha sido en parte, a causa de unos
cuantos compañeros que, en determinados momentos, o se han pasado de listos, se han
extralimitado en sus funciones o simplemente la han fastidiado mucho y a conciencia; cosa
que han sabido aprovechar muy bien las empresas de seguridad para ir apretándonos las
tuercas poco a poco a todos en lugar de sólo sancionar o deshabilitar justamente al que la ha
fastidiado. Y es verdaderamente muy frustrante ver como, por culpa de unos pocos, al final
hemos pagado los platos rotos, todos. Eso sin contar con la desunión que hay en el sector.
Entre envidias, desconfianzas y resentimientos entre los compañeros, a las empresas de
seguridad no les ha costado mucho esfuerzo en hacer con nosotros lo que han querido, y lo
que es peor aún, con la permisividad de los responsables políticos de turno. Por lo que, para
cuando había algo de unión o de motivación para revindicar nuestros derechos, o nos
declaraban un 100% de servicios mínimos la mayoría de las veces, imposibilitando nuestro
derecho a la Huelga, o a los que lo han intentado por su cuenta enfrentándose por alguna
causa justa a sus empresas, los han “liquidado” o si no han podido, los han presionado de
alguna manera para que desistan de seguir adelante con sus reclamaciones.
Huelga decir que yo ni soy sindicalista, ni estoy afiliado a ningún sindicato o partido
político, ni a ninguna asociación de escoltas privados. Soy más bien apolítico (aunque ejerzo mi
derecho al voto como cualquier ciudadano). Tampoco soy un licenciado en derecho ni en
economía, sin embargo, creo que nuestra situación se podría arreglar con un bajo coste y un
mínimo esfuerzo (que propondré un poco más adelante), ya no para mantener nuestros
puestos de trabajo, que como ya he comentado, eso no creo que suceda, sino para darnos una
salida digna después de tantos años de dedicación al servicio de su protección, o al menos
tener una o varias opciones para, el que quiera, opte por la que más le interese, y así poder
reubicarse y no quedarse “tirado”. Y si todos ponen de su parte, como ha ocurrido en otras
ocasiones con diferentes sectores, se podría arreglar nuestra situación, porque no hay que
olvidar que, ante todo, somos personas y no perros (como a veces parece que nos tratan) y,
aunque por desgracia no tengo datos exactos, de nuestro trabajo han dependido y dependen
entre 1500 y 2000 familias aproximadamente (que se dice rápido).
También tengo que decir que lo que demando, lo digo desde una posición
“privilegiada”. Y lo pongo muy entre comillas porque conforme están las cosas ahora mismo,
me puedo considerar afortunado ya que, dadas las circunstancias y dentro de lo que cabe, la
empresa para la que trabajo, se está portando bien conmigo. Y a pesar de que trabajo en
peores condiciones y con menor salario que antes, ¡sigo trabajando!, que no es poco. Eso sí,
con la incertidumbre de que en cualquier momento, se producen más “reajustes de seguridad
para los amenazados”, como ahora se afanan en excusarse los responsables políticos de
seguridad, y entonces, al paro sí o sí. Sin embargo, no pueden decir lo mismo numerosos
compañeros, incluso bastante más antiguos que yo, de cualquiera de las empresas de
seguridad que están por aquí operando con los servicios de protección, que ahora o están en
el paro y sin vistas de volver a trabajar a corto plazo, porque apenas hay trabajo ni tan si quiera
de Vigilante de Seguridad (para lo cual también estamos habilitados), o han pasado
subrogados a otras empresas de seguridad (adjudicatarias de los servicios que quedan desde el
último sorteo) cambiándoles en muchos casos sus condiciones de las empresas de procedencia
e imponiéndoles las nuevas (infinitamente peores) si querían seguir trabajando, teniendo
incluso en algunos casos, que renunciar a su antigüedad (con la inestabilidad que eso
conlleva). Y por lo que muchos ahora están metidos en juicios contra las empresas por los
atropellos y atrocidades que están haciendo éstas a los compañeros… y compañeras, que no
hay que olvidar que también hay mujeres en el sector.
Por todo ello, soy muy consciente de que, con esta declaración, podría estar “cavando
mi tumba laboral”, ya que si sale a la luz pública (que eso espero) y alguien o algunos de los
que mandan se ofenden (que desde luego, tampoco es mi intención), podrían “fulminarme
ipso facto”, aunque viendo cómo se están produciendo los acontecimientos, es muy probable
que más pronto que tarde acabe en el paro de todas formas. Pero viendo de que las mejoras
para nuestro sector que se pedían, nadie hacía ni caso; que cada vez estábamos y estamos más
atados de pies y manos y no nos dejan reclamar apenas por nada; y ver que ante esto casi
nadie (ni Sindicatos ni Asociaciones) dice ni pio. Bueno sí, alguna declaración de protesta que
rápidamente se ha olvidado igualmente, y el resto parece que ni se enteran o no quieren
enterarse de que están pasando de nosotros olímpicamente, pues pensé que había que hacer
algo porque estoy harto de ver como literalmente nos están “quitando del medio” poco a poco
sin que nadie haga nada al respecto más allá de unas simples declaraciones a nuestro favor y
poco más. Para colmo, en estos momentos difíciles para nosotros, mucho Congreso sobre
Seguridad Privada, mucha palabrería y buenas intenciones de mejoras en el sector, pero de
mejoras “reales”, nada. Sólo algunas mejoras irrisorias y ya está. Y de “escucharnos” ya ni
hablamos… Nos oyen, sí. Pero no nos escuchan. Pasan de nosotros totalmente y así está
pasando que nos están dando la espalda y allá cuidaos…
Con estas palabras no pretendo ni dar pena, ni parecer un “listillo”, ni por supuesto me
considero un “iluminado”. Sólo soy uno más, que, como a muchos de nosotros, me gusta mi
profesión, ya sea en el sector privado o como funcionario público, y que al ver esta situación
de indefensión de nuestra situación ante los responsables de seguridad (políticos o no),
después de todo lo que hemos sacrificado aquí durante tanto tiempo, digo en voz alta y
públicamente (si Ustedes me ayudan a hacernos escuchar) lo que seguro, muchos
compañeros también piensan, pero que por miedo a perder sus puestos de trabajo,
desconfianza, o tal vez, en algunos casos, por simple dejadez o pasotismo, no se han atrevido o
no han querido “gritarlo a los 4 vientos” a ver si de una vez nos hacen un poco de caso. Y si con
esto, a pesar de que puedan “fulminarme”, sirve para que se arregle nuestra situación y la del
sector en general de una vez por todas, bienvenido sea.
Y mientras tanto, seguimos los cada vez menos escoltas, trabajando como desde hace
ya unos cuantos años cada vez en peores condiciones como “mulas” (arreando con lo que nos
echen). En muchas ocasiones, en jornadas interminables haga calor, frio, llueva o nieve,
siempre en segundo plano y sin hacer mucho ruido, no vaya a ser que por hacer o decir algo
que pueda “escocer”, nos sancionen o peor aún, que perdamos el trabajo. Sacrificando sobre
todo nuestra vida personal, dejando muy en segundo plano la vida familiar, a la que algunos/as
han tenido que renunciar (a modo de separaciones o divorcios); porque si conciliar la vida
laboral con la familiar es de por sí difícil en casi cualquier sector, en el nuestro, que tenemos
disponibilidad 24 horas, que vivimos por ello las 24 horas pendientes de un teléfono, donde
siempre sabemos cuándo empezamos a trabajar pero nunca cuándo vamos a terminar, por lo
que nuestras familias casi nunca pueden contar con nosotros, pues es lógicamente harto
complicado de conciliar.
A pesar de todo, en general, creo que hemos cumplido y seguimos cumpliendo con
nuestro cometido, incluso durante esta tregua de E.T.A. donde “aparentemente” parece que
está todo relativamente tranquilo. Sin embargo, ahora que parece que nuestra labor ya no es
necesaria, incluso me atrevería a decir que parece que les sobramos o estorbamos, ¿cómo nos
lo agradecen?, ¿qué consideración para con nosotros ha tenido la clase política a la que hemos
protegido en general, y los responsables políticos de seguridad en particular después de
tantos años de trabajo y esfuerzo por nuestra parte para con ellos?… Ahora mismo, ¡una
patada, y si te he visto no me acuerdo!
No sé qué pensará de todo esto la opinión pública y la clase política, especialmente la
clase política que está en Madrid (que hasta ahora parece que miran para otro lado y hacen
mutis por el foro), pero a mí personalmente, y creo que a la mayoría de mis compañeros (por
no decir todos), nos parece indignante que los políticos se hayan jactado y se jacten entre
otras cosas, de su lucha antiterrorista. De lo bien que lo hacen (que no digo lo contrario, ¡ojo!),
o si lo dice la oposición, de lo mal que lo hacen. Que las FF.CC. de Seguridad, al igual que las
personas a las que protegemos (políticos y magistrados principalmente), se dejan la piel y
arriesgan sus vidas a diario en las calles del País Vasco y Navarra por defender sus ideas y de
las personas a las que representan, o realizan un trabajo que no está bien visto en el lugar
donde viven (que tampoco digo lo contrario, cuidado). Pero… ¿Qué pasa con los escoltas
privados que están protegiendo a esas personas?, ¡¿es que nosotros no existimos?!
¡Señores!, que en parte, gracias a los escoltas privados, las personas a las cuales hemos
protegido y protegemos, pueden seguir ejerciendo sus labores institucionales y su vida
personal con relativa tranquilidad. Que los escoltas privados, también nos hemos dejado la
piel, y en algunos casos, algo más que la piel, por las calles y áreas rurales del País Vasco y
Navarra de lunes a domingo, y hasta hace muy poco, durante 30 días al mes sin descanso. Que
con nuestras condiciones laborales casi que no podíamos, ni podemos ponernos enfermos, o si
lo hemos estado, hemos tenido que ir a trabajar, porque los días sin trabajar, nos suponían y
nos suponen una merma importante en nuestras nóminas. Y además, sin la estabilidad y las
garantías de continuidad laboral que tienen nuestros compañeros funcionarios públicos en
cuanto a estabilidad laboral (ya sea realizando las funciones de escolta o realizando cualquier
otra función de su competencia en cualquier otro destino, ya que ellos a diferencia de
nosotros, no tienen la incertidumbre constante de hasta cuando podré o me dejarán trabajar
porque son funcionarios), respaldo institucional en sus actuaciones, medios a su alcance,
descansos, vacaciones o dietas por hacer el mismo trabajo. Que los escoltas privados hemos
aguantado el mismo acoso y la misma presión o más que las personas a las que hemos
protegido y seguimos protegiendo durante todo este tiempo, arriesgando al igual que ellos,
nuestras vidas y la de nuestras familias como el que más, teniendo que mentir también sobre
nuestro trabajo a nuestros vecinos y desconocidos para evitar riesgos como hacen los demás, y
peor aún, hemos tenido que mentir a nuestros familiares, hijos y amigos e incluso evitar
contarles situaciones de riesgo que hemos tenido que pasar para librarles a ellos de esa
presión, o para que no la ejerzan sobre nuestros hijos en el colegio. Que incluso, ¡han muerto
compañeros “en accidente laboral” aquí!; que el entorno radical ya se encargó de meternos
en el saco de la “txakurrada” a quienes también había que quitar del medio para conseguir sus
objetivos. Y doy fe de que lo han intentado. Que ha habido compañeros que después de haber
estado demasiado expuestos durante mucho tiempo en servicios infumables donde nadie
quiere ir, aguantando carros y carretas, han caído en depresiones terribles o directamente han
tenido que marcharse porque la presión que han tenido que aguantar por todos los frentes ha
sido tal que no les compensaba la merma física y sobre todo psíquica por mucho dinero que les
pagasen. Eso sin contar con algún que otro suicidio de algún compañero porque le ha
superado la presión de verse hundido por el trabajo y la pérdida de la familia; o accidentes de
tráfico acudiendo o volviendo del trabajo, que por no tener horas suficientes de descanso
entre jornada y jornada laboral, y después de haber estado dos semanas seguidas sin parar de
trabajar, como puede ser por ejemplo una campaña electoral, con jornadas laborales en fechas
electorales interminables, haciendo una salvajada de kilómetros al día yendo de pueblo en
pueblo por toda la Comunidad Autónoma y sin apenas descanso para comer o cenar en
condiciones, pues al final, inevitablemente, el cuerpo tiene un límite, y el quedarse dormido al
volante después de burradas como ésta no es nada extraño.
Y a pesar de todo, siempre hemos estado ahí. Al pie del cañón y siempre en la sombra.
¡Eso sí!, a la mínima que algún escolta privado mete la pata, el escándalo es mayor, y el
susodicho, ya se puede preparar para ser fulminado inmediatamente (aunque por otra parte
hay que decir, que no todos los escoltas que en algún momento determinado durante estos
años se mereciesen justamente un correctivo o el despido directamente, se lo ha llevado), y
por ello injustamente tenemos la mala fama que tenemos de “mercenarios” o “patanes”,
cuando de estas cosas hay también en todos los gremios, y cuando en realidad, la mayoría de
nosotros hacemos lo que podemos con los pocos medios que tenemos a nuestro alcance.
Incluida la información que la tenemos muy restringida, y tenemos que buscarnos la vida para
estar lo más al día posible y desarrollar nuestro trabajo con la mayor eficacia posible.
Antes de ponerme a escribir sobre nuestra situación hace un par de semanas, he
intentado ponerme más al día sobre el tema: buceando en internet, visitando algunas páginas
de diferentes asociaciones, recabando opiniones al respecto de más compañeros en distintos
foros y blogs, e incluso hablando con los propios compañeros y amigos tanto con los que ahora
están el paro como con los que suelo coincidir en mi trabajo diario. Gracias a esto, he podido
confirmar que las asociaciones siguen pidiendo (a su manera) algunas mejoras para nuestro
sector (hasta el momento, sin mayor logro que unas simples mejoras irrisorias, desde mi punto
de vista), como ya he comentado anteriormente; y que los compañeros están cada vez más
“quemados” por la incertidumbre que supone el no saber qué será de nosotros ni tan si quiera
a corto plazo (aunque lo intuimos)…: ¿Qué será de nosotros después de las elecciones? Es la
gran pregunta que nos hacemos todos, y que por primera vez, después de haber pasado ya por
varias treguas, no sabemos a ciencia cierta contestar, porque variables sobre las posibles
resoluciones a este asunto hay infinitas y dependen de muchos factores… Pero no todo está
perdido.
Recientemente y de casualidad, me llegó una información (ya que como digo, la
información nos llega a cuentagotas y somos nosotros mismos los que nos buscamos la vida
para enterarnos de las cosas) que pude contrastar, de que al menos una voz política con cierta
capacidad para hacernos oír e intentar cambiar o influir en un cambio de nuestra situación
(actualmente en la oposición en el Parlamento Vasco) ha pensado en nosotros y formuló varias
preguntas por escrito sobre nuestra situación con una breve descripción antes de formular las
cuestiones al actual Consejero de Interior del Gobierno Vasco a finales de marzo, que son las
siguientes: Por una parte, “¿ejerce el Gobierno (Vasco) algún tipo de control o supervisión
periódica sobre el correcto desarrollo de los contratos firmados con las empresas de
seguridad? Y “¿Diría que están prestando estas empresas los servicios a plena satisfacción del
Departamento o ha detectado en esos controles alguna deficiencia en materia de legislación
laboral aplicada a las personas contratadas para su prestación?”; y por otra parte preguntó:
“¿Está estudiando el Gobierno (Vasco) algún tipo de medida que contribuya a reconocer o
recompensar el trabajo realizado por los escoltas que durante años se han encargado de la
seguridad de las personas amenazadas?”. Bueno. Es un paso. Y por ello, hay que agradecérselo
enormemente.
A día de hoy, desconozco si ha habido respuesta por parte del Consejero de Interior,
pero espero sinceramente que no se quede sólo en unas preguntas y unas respuestas para
quedar bien y ya está.
A mí, como a tantos otros compañeros, tenemos unas cuantas ideas (que algunas de
ellas desarrollaré un poco más adelante) que realmente podrían, si nos escucharan de verdad,
a la par que darnos una salida y mejorar nuestra actual situación, reconocer y agradecer
nuestra labor aquí durante todos estos años. Pero antes, me gustaría poner en antecedentes lo
más brevemente posible a todo aquél que aún no conozca cómo y por quién llegamos los
escoltas privados a trabajar en el País Vasco y Navarra repentina y masivamente”, para
demostrar que los mismos que nos solicitaron para realizar esta labor, son los mismos que
ahora nos dan la espalda, y los mismos que, si quieren, pueden arreglar nuestra situación.
Habría que empezar diciendo que la Ley que regula la Seguridad Privada, en lo que
respecta a nuestra especialidad, en un principio, no nos permitía realizar la función que
llevamos realizando aquí estos años, ya que ésta es una labor que le compete a las FF.CC. de
Seguridad, y nuestra función se limitaba al ámbito privado. Es decir, a dar escolta a
empresarios, altos directivos de la Banca, etc., etc., y poco más, cuyos gastos los sufragan ellos
mismos o las empresas para las que trabajan (como se sigue haciendo en la actualidad). Sólo a
raíz de los asesinatos y acoso por parte de E.T.A. contra cada vez más cargos públicos y jueces,
y ante la imposibilidad de dar cobertura a todas estas personas por parte de las FF.CC. de
Seguridad (porque ya no daban abasto), los responsables políticos de entonces, pensaron en
recurrir a la Seguridad Privada.
Teniendo en cuenta que ya existía una gran alarma social, sobre todo a raíz del
asesinato de Miguel Ángel Blanco (que entonces ya había unos cuantos escoltas privados
realizando escoltas a políticos de aquélla manera, los pobres), y que era acuciante la urgencia
por dar cobertura a todas estas personas amenazadas y faltaba mucho personal (en aquélla
época no había tantos escoltas privados titulados con licencia de armas listos para trabajar
inmediatamente como los hay ahora), empezaron entonces a buscar soluciones ya que, otro
problema que se les planteaba, era precisamente la Ley de Seguridad Privada y el Reglamento
de armas, que no estaba pensado ni adecuado para este tipo de situación.
Pues la solución fue tan fácil, como ponerse de acuerdo tanto el Gobierno y la
Oposición de entonces para hacer “todo lo necesario” utilizando todos sus recursos legales y
financieros para que “su gente” estuviera cubierta. Eso se tradujo, para resumir, sencillamente
en dos palabras: “decretazo” y “parcheo” que es lo que hicieron con la Ley de Seguridad
Privada y el Reglamento de Armas para ir tirando y ponernos en marcha rápidamente. Y así
fue, como de la noche a la mañana aterrizamos una legión de escoltas privados en el País
Vasco y Navarra en cuestión de pocos años, para realizar exactamente la misma labor que los
funcionarios públicos en este sentido, es decir, dar protección a políticos y jueces amenazados
por E.T.A., pero eso sí, sin el carácter de “agente de la Autoridad”, que en parte, hasta cierto
punto, me parece lógico y normal, pero a la hora de la verdad, en determinadas situaciones
(sobre todo de riesgo) nos limita, y mucho a la hora de desempeñar nuestra labor de una
manera eficaz. Y he utilizado las palabras “decretazo” y “parcheo” porque tenemos otro claro
ejemplo más reciente de cómo se ha hecho esto mismo con la Seguridad Privada para realizar
una labor que, a priori, no nos compete: que es el caso de los Atuneros en el Océano Índico,
donde de la noche a la mañana también, además de habilitarnos para desempeñar dichas
funciones, se nos ha habilitado, tras los correspondientes cursos y controles, para utilizar
armamento militar.
Amén, del dineral (volviendo al tema que nos ocupa) que se invirtió y se ha ido
invirtiendo durante estos años para montar toda la infraestructura necesaria (armamento,
vehículos, licencias, permisos, etc., etc., etc.) para que las empresas de seguridad privada se
pudieran hacer cargo de los servicios de protección a través de su personal. Creando además,
los Departamentos necesarios para nuestro control y supervisión por parte tanto del
Ministerio del Interior como de la Consejería de Interior del Gobierno Vasco, así como el
Organismo Foral correspondiente de Navarra a través de las FF.CC. de Seguridad.
Por otra parte, como hacía falta mucho personal, el Ministerio del Interior convocó en
aquéllos años ni sé la cantidad de convocatorias al año para la realización de exámenes para la
obtención de la titulación correspondiente de escolta privado por parte de los vigilantes de
seguridad (porque hay que reseñar, para el que no lo sepa, que uno no puede ser escolta
privado si antes no está habilitado como vigilante de seguridad y obtiene su correspondiente
licencia de armas, que para este sector, se necesita una licencia que sólo se puede obtener si
se está trabajando como vigilante de seguridad y la empresa para la que uno trabaja, te
autorice a sacarla, por necesidades del servicio). Claro, teniendo en cuenta que había urgencia
por parte de los responsables políticos y por parte de las empresas de seguridad (para
empezar a “facturar” lo antes posible y con cuantos más servicios, mejor, claro) por cubrir esos
puestos que se demandaban, bajo mi manera de ver las cosas, creo que dichos responsables
no fueron muy cautos a la hora de “habilitar” al personal, y por parte de las empresas ya ni
hablamos (porque éstas últimas era un todo vale con tal de cubrir vacantes y facturar), debido
a que, por lo menos a mí en su día cuando obtuve las habilitaciones, los requisitos y exigencias
en los exámenes, sinceramente, no me parecieron muy difíciles de superar (y si no han
cambiado las cosas, supongo que seguirán siendo así). Quiero decir con esto que, como ya
comenté casi al principio, al igual que entró a trabajar de escolta privado en esta zona gente
muy competente y profesional, incluso ex militares profesionales con varios años de servicio
en las FF.AA., por desgracia para nosotros mismos, también entraron otros no tan
competentes y profesionales, sino más bien todo lo contrario. Aun así y todo, con el paso de
los años, el que más y el que menos se ha ido formando y actualizando, para estar lo más al día
posible, ya sea por su cuenta o a través de las empresas de seguridad, los Sindicatos o
Asociaciones, y dar un servicio de protección un poco más en condiciones ya no sólo para los
protegidos sino para nosotros mismos, teniendo en cuenta nuestras limitaciones, tanto legales
como de medios a nuestro a alcance. Es por esto, por la cantidad de personal que hemos
pasado durante estos años, con un “abanico de profesionalidad” tan amplio, que pienso que
es una de las razones por las que siempre se nos han considerado y tratado en muchas
ocasiones como si fuéramos de la 3ª División (hablando en términos futbolísticos), y por lo
que ahora, a pesar de tener una experiencia dilata, y que bajo nuestra responsabilidad directa
(mientras hemos estado con los protegidos. Otra cosa es que haya pasado algo porque algún
protegido en un momento determinado haya prescindido de los escoltas), que yo sepa no han
asesinado ninguna de las personas a las que hemos protegido, por lo tanto, tan malos no
seremos… Pero aun así, ahora nos ningunean, casi me atrevería a decir que parece que hasta
nos desprecian, haciendo oídos sordos a todas nuestras peticiones.
Todo esto es totalmente comprobable. Sólo hay que echar un vistazo a los Boletines
Oficiales de estos años, y en particular de la época en la que vinimos todos los escoltas
privados a trabajar aquí, que demuestra más que de sobra que los mismos que han sido
capaces de modificar la legislación rápidamente para que pudiésemos realizar una labor que
compete a las FF.CC. de Seguridad, y no precisamente para hacer una labor cualquiera, sino
una labor con un riesgo específico y con dedicación exclusiva, son los mismos que pueden ser
igualmente capaces de arreglar nuestra situación y no dejarnos en la estacada.
Pienso que el mejor reconocimiento y agradecimiento para con nosotros por realizar
nuestra labor aquí desde hace años es que al menos se molesten en pensar y darnos al menos
una alternativa a nuestra situación… Pero una alternativa “real”, y no más promesas sin
cumplir o mejoras ínfimas como hasta ahora… O peor aún, que nos ignoren, como “algunas
voces críticas” contra nuestro sector que dicen algunas perlas tales como: “eso no es problema
nuestro. Es un conflicto entre empresas y trabajadores. Y si se quedan sin trabajo, ¡que se
reciclen!”… ¿Qué se “reciclen”?… Un muy buen amigo mío y compañero me comentó hace
muy poquito al respecto, y yo pienso que con toda la razón: “¿qué definición para los que nos
critican es eso de que se reciclen? Que nos manden al paro, hagamos cualquier curso de
albañil, jardinero, electricista, camionero o lo que sea y sigamos después igualmente en el
paro, ¿eso significa para ellos que se reciclen?”
Muchas de esas mismas voces críticas al sector que nos acusan, “extraoficialmente”
eso sí, de patanes y mercenarios, más de una vez también nos han dicho que si nos quejamos
de nuestra situación y de las condiciones laborales que tenemos es “porque queremos”, ya
que si no queríamos ni queremos estar en esta situación, podríamos “habernos dedicado a
otra cosa”. ¡Claro, que bonito!… Tal vez en parte tengan razón, pero pienso que decir eso
desde la comodidad de sentirse seguro, sin preguntarse por qué está seguro es muy fácil.
Pues yo digo a todas esas voces críticas, remitiéndome a lo que me dijo mi amigo al
respecto, que “tal vez deberían mirarse a un espejo y hacerse esa misma pregunta”.
Así pues, ante esta situación en la que nos están ninguneando y dando la espalda,
abandonándonos a nuestra suerte, yo me planteo: ¿Tan difícil les resulta a nuestros
responsables (políticos o no) ponerse de acuerdo nuevamente y ofrecernos una salida digna
ahora que no nos necesitan?… Yo creo que no. Y recursos para hacerlo tienen.
Para empezar, antes que nada, yo les sugeriría actualizar y regular en condiciones la
Ley de Seguridad Privada en relación con la actividad de los escoltas privados, especialmente
si es para casos específicos como puede ser el nuestro o el de los atuneros, porque por no
tener, no tenemos ni un Convenio específico y nos regimos “de aquélla manera “ por el de los
Vigilantes de Seguridad, y teniendo en cuenta que, a diferencia de nuestros compañeros
vigilantes que sí tienen una jornada laboral establecida con un “horario de entrada y salida del
trabajo” en función del servicio de seguridad que presten, con unas horas a realizar mensuales
establecidas en el propio Convenio, nosotros que tenemos disponibilidad las 24 horas,
independientemente las horas que trabajemos cada día, no pueden dejar manga ancha a las
empresas de seguridad para que nos paguen lo que quieran por un trabajo con elevado riesgo.
Si regulasen bien la función o funciones de los escoltas privados, evitarían creo yo, por
una parte, que las empresas de seguridad tuvieran tanto margen como hasta ahora para
abusar de este tipo de servicios, y por otra, evitarían tener que “parchear” la Ley cada dos por
tres ante cada vez mayores eventualidades de seguridad tanto nacionales como
internacionales.
Y de paso, por si a algunos les molesta o les incomoda nuestra labor por algún motivo
porque les parezcamos “mercenarios o patanes”, al igual que regularon la formación,
requisitos y modo de acceso para habilitar a los controladores de acceso de bares y discotecas,
regulen también de la misma forma, es decir, en condiciones, todos los requisitos para poder
obtener las titulaciones y homologaciones necesarias para poder ser escolta privado, ya que
nosotros somos los primeros interesados en estar bien formados y bien “respaldados” por
nuestras titulaciones para hacer frente a todas las situaciones de riesgo que se nos plantean en
nuestra profesión, y así estar bien considerados de verdad.
Por último, me gustaría sugerir unas cuantas opciones para dar una o varias soluciones
a nuestra situación, pero antes, me gustaría resaltar nuevamente el hecho de que entre
nosotros (los escoltas privados), como ya he comentado anteriormente, hay personal muy
cualificado y muy profesional, bien formados o que se han ido formando durante estos años,
entre los cuales también se encuentran unos cuantos ex militares profesionales con varios
años de servicio en las FF.AA., y en general, con bastantes años de experiencia en el sector; en
el que, al igual que nuestros compañeros funcionarios públicos, vamos armados y realizamos
nuestros ejercicios periódicos de tiro tanto de puntuación como de entrenamiento, por lo
tanto, también tenemos experiencia con las armas reglamentarias que portamos. Y que, como
no podía ser de otra manera e igualmente importante, es que “conocemos la calle”. Parece
una tontería, pero para nuestro trabajo es muy importante conocer la calle, y saber qué sitios
son peligrosos y qué sitios no, como tan importante es saber por dónde y cómo movernos
tanto por las calles de las ciudades como por las áreas rurales por donde también
desarrollamos nuestro trabajo.
En definitiva, y para resumir, es una experiencia y una formación que se podría seguir
aprovechando.
Dicho esto, y teniendo en cuenta que con las posibles soluciones que se podrían
plantear a nuestra situación y si las hiciesen realidad sería el mejor reconocimiento y
agradecimiento a nuestra labor que nos podrían dar. Expondré a continuación algunas ideas
para proporcionar una salida al sector aprovechando nuestra experiencia. Éstas están basadas,
como ya he dicho, en lo que las asociaciones de escoltas y sindicatos ya han reclamado y no
han conseguido, y basadas también en las opiniones de los compañeros (y de la mía) con los
que he podido hablar sobre el tema, y poder reubicarnos, o mejor aún, combinarlas todas para
que la reubicación de todos los que quieran (porque hay que reconocer que somos muchos a
reubicar) no sea difícil.
Una opción sería, por ejemplo, como ya se está haciendo en varias CC.AA. (aunque en
menor medida), es que nos reubicaran en servicios de protección para personas amenazadas
por violencia de género a nivel nacional. Algunas empresas de seguridad o compañeros por su
propia cuenta ya han realizado cursos específicos para poder realizar esta función, ya que
todos sabemos que para esta labor en concreto, es un trabajo muy delicado. Si algunas voces
críticas ante esta posibilidad piensan que no es una opción adecuada, vuelvo a insistir, regulen,
y regulen bien, y así luego nadie se llevaría sorpresas. Con esta opción, de una parte, se
liberarían a las FF.CC. de Seguridad, que pienso que en este tema también están saturados, y
por otro lado, si es a nivel nacional, y si las condiciones laborales y salariales merecen la pena
el riesgo específico que tendrían también estos servicios, unos cuantos escoltas que no se
hubiesen afincado definitivamente aquí (ya que la mayoría provienen de otras CC.AA.),
podrían regresar a sus ciudades de origen.
Otra opción sería que de alguna manera, nos concediesen una homologación de
nuestras titulaciones de seguridad privada en general, y de escolta privado y reglamento de
armas en particular, para poder desempeñar nuestras funciones ya sea en la U.E. o en el resto
del extranjero, y así poder trabajar también ya sea en empresas de seguridad españolas que
estuviesen encargadas de la seguridad de intereses nacionales en el extranjero, como podría
ser el caso de los atuneros, o para poder dar protección a directivos o altos ejecutivos de
empresas o de la Banca en el exterior, o como otra posibilidad que se rumorea por ahí, que
(no sería mala idea ya que pienso que seguro que le saldría más económico al Estado), que
sería el de subcontratar a empresas de seguridad privada para la seguridad de las Embajadas
españolas en el extranjero, como ya hacen con la seguridad de edificios públicos aquí. Y para el
que prefiera no irse muy lejos en el extranjero, poder tener una homologación que le permita
trabajar en otras empresas de seguridad europeas en sus respectivos países. Creo que esta
sería otra buena opción para otros cuantos compañeros que seguro estarían interesados y
capacitados para realizar estas funciones más allá de nuestras fronteras, siempre y cuando, las
condiciones merezcan la pena, claro está.
Otra opción sería para los que, por lo que sea, no tengan más ganas de seguir como
escoltas y prefieran volver a ser Vigilantes de Seguridad, que de alguna manera se legisle para
que las empresas de seguridad ante la necesidad de cubrir un puesto de vigilante y tenga la
opción de elegir entre un trabajador que provenga de realizar servicios de protección en el
País Vasco y Navarra (y tenga un historial intachable, y no un listillo que se quiera aprovechar
de esta circunstancia y no tenga un historial tan impoluto) y a otro que no; que se le dé
preferencia para cubrir dicho puesto al que sí haya estado como escolta en éstas
Comunidades. Algo así como el “preferente” que les dan a los miembros de las FF.CC. de
Seguridad del Estado para elegir destino ante una situación de cubrir un puesto en cualquier
otra Comunidad Autónoma entre dos funcionarios de igual antigüedad pero que se le da
preferencia para cubrir dicho puesto al que ha estado trabajando durante tres años o más en
las mencionadas Comunidades Autónomas.
Otra opción que se me ocurrió hace poquito (no sé si alguien la habrá pensado ya),
sería que para el caso de los compañeros que provienen de las FF.AA., y por lo que sea, les
apetezca volver a sus Unidades de procedencia (u a otras), o para aquéllos que, aun no
proviniendo de las FF.AA., pero piensen que sería otra salida interesante, no estaría de más
que se les facilitase el ingreso o el reingreso (para aquéllos que ya estuvieron) reconociéndoles
de alguna manera tanto los méritos por haber servido con anterioridad a las FF.AA., como
reconocerles/homologarles su experiencia como escoltas y/o demás cursos y títulos
homologados por el Ministerio del Interior (independientemente si han servido o no con
anterioridad en las FF.AA.) , que con lo faltos de personal que han estado algunas temporadas,
seguro que no les vendría muy mal personal experimentado en cierta manera en la “lucha
antiterrorista”. Pensando ahora mismo, se me ocurre que la mejor manera de aprovechar
nuestra experiencia “real” que tenemos los escoltas privados realizando servicios de
protección, sería cubriendo puestos de escoltas para Generales y Almirantes o altos cargos del
Estado Mayor, por ejemplo.
Y por último, otra opción… “¡la opción!”, que se me antoja, quizá la más interesante de
todas, sobretodo porque la mayoría de nosotros lo pensamos. Que sería la posibilidad de que
nos absorbieran las FF.CC. de Seguridad de cualquier Administración (para todo aquél que
quiera, porque no todos lo quieren; alguno hay que prefiere el sector privado). Pero antes de
exponerla, me gustaría hacer un inciso: Y es que tengo entendido (desconozco si es cierto o
no) que, en su día, a los compañeros del otro lado de la frontera, en el País Vasco francés, les
debió pasar algo parecido, y el Gobierno francés parece ser que sí que les supo agradecer su
labor y en reconocimiento a su trabajo y esfuerzo les debieron reubicar en la Gendarmería
francesa para aprovechar sus conocimientos y experiencia. Si es eso cierto, la verdad es que es
para quitarse el sombrero.
Dicho lo cual, es obvio cuál sería otra opción para nosotros. Aunque siendo conscientes
de que con la actual crisis, que también afecta a las Administraciones públicas, creo que la
respuesta lógica y rápida que nos darían es que sería muy difícil absorber a tantos escoltas
privados y menos con los actuales requisitos para el acceso a las FF.CC. de Seguridad, pero no
es imposible. Tampoco digo que nos regalen nada, porque entiendo que, por una parte, no
sería justo que nos “regalen” plazas que posiblemente también se merezcan otros candidatos
que no hayan trabajado en nuestro sector en el País Vasco y Navarra y también quieran
ingresar en alguno de los Cuerpos policiales (y más, cuando desde hace no mucho ya no se
sacan tantas plazas como antes), y por otra parte, que no quieran regalar plazas a personal de
nuestro sector del cual “no se fían”.
En definitiva, hay obstáculos, pero si verdaderamente quisieran contemplar esta
posibilidad, se pueden salvar. Ejemplos:
· 1º OBSTÁCULO: Son demasiados escoltas para absorber en un solo Cuerpo policial
(siguiendo el hipotético ejemplo francés).
SOLUCIÓN: Abran el abanico, y déjennos presentarnos a cualquier Cuerpo de las FF.CC. de
Seguridad, y así, además de repartir al personal para que no se sature un solo Cuerpo, en
el caso de los que prefieran incorporarse en alguna de las Policías Locales, tendrían la
opción de regresar a sus ciudades de origen.
· 2º OBSTÁCULO: La formación de los escoltas privados no es exactamente la misma que
la de un funcionario público o tiene poco que ver.
SOLUCIÓN: Como ya he comentado anteriormente, a pesar de nuestras limitaciones
legales para ejercer nuestras funciones, “conocemos la calle” y tenemos experiencia del
trabajo en la calle, más los conocimientos y experiencia que tenemos con nuestras armas
reglamentarias. Además, para la adecuada formación policial están las diferentes
Academias de Policía por las que, por supuesto, tendríamos que pasar como cualquiera.
· 3º OBSTÁCULO: La media de edad de los escoltas privados supera la edad máxima para
el ingreso en la mayoría de FF.CC. de Seguridad y físicamente, sobre todo los de mayor
edad, podrían no estar preparados para realizar las funciones policiales.
OBSERVACIÓN: ¿Qué pasa con todos los compañeros que superan esa edad máxima ya
sea por un año de diferencia o por más edad que están o han estado en activo como
escoltas privados en el País Vasco y Navarra realizando un trabajo que compete a las
FF.CC. de Seguridad, que tampoco son válidos para desempeñar dicha función?,
¿tampoco son válidos los compañeros públicos que hacen esta labor actualmente por
aquí con edades verdaderamente avanzadas? ¿No creen que son igualmente capaces
los de edad avanzada (públicos o no) de reaccionar de igual modo en una situación de
riesgo que uno más joven? Tal vez, físicamente no, pero a lo mejor reaccionan mejor
por la experiencia que dan los años que uno que tenga 20. Por esta regla tres, habría
que echar a la calle a todos aquéllos que pasen de cierta edad y se “presuponga” que
físicamente no estén preparados, ya sean escoltas privados o funcionarios públicos (en
labores de escolta o en otros destinos), ¿no?. ¿Qué pasa, que sólo queremos tener en
las calles a policías “jóvenes y esbeltos” como en las series policiacas de TV? ¿O es que
nadie ha visto por la calle a ningún policía de cierta edad y con un físico descuidado
por el paso de los años con dudosa capacidad para realizar en un momento dado una
persecución a pie?
SOLUCIÓN: Quiten la edad máxima de ingreso. El planteamiento para solventar este
punto es tan sencillo como que, si para acceder al Cuerpo de Bomberos de cualquier
ciudad cuyas pruebas físicas son infinitamente más difíciles que la de cualquier Cuerpo
policial, NO tienen límite de edad para poder presentarse, ¿por qué en los Cuerpos
policiales sí?
· 4º OBSTÁCULO: Hay “manzanas podridas” en el sector que no interesa que ingresen en
ningún Cuerpo policial.
SOLUCIÓN: Es tan sencillo como que, para el ingreso a cualquiera de las FF.CC. de
Seguridad, hay un proceso selectivo lo suficientemente exigente (como debería ser
para obtener las titulaciones y homologaciones de Seguridad Privada), que todo aquél
que no se haya preparado la oposición para superar todas y cada una de las fases de la
oposición, sencillamente se quedaría fuera. El propio proceso selectivo y la posterior
exigencia de superar el curso académico correspondiente y el periodo de prácticas
antes de jurar el cargo haría la “limpieza necesaria” sin necesidad de más.
Por último, voy a permitirme la pequeña licencia de hacer una sugerencia al respecto:
Sería una fantástica idea, sobre todo para oposiciones en aquéllas Comunidades Autónomas
donde en el apartado de “méritos” puntúa más el conocer y dominar la lengua cooficial de la
región que tener dos titulaciones universitarias, que en el mencionado apartado (que, para el
que lo desconozca, en cada oposición se valoran una serie de conocimientos previos o
servicios prestados en otras administraciones, como podría ser por ejemplo la valoración a
modo de puntos que hace la Guardia Civil a los candidatos por los años de servicio en las
FF.AA. El que aporta los méritos requeridos en la oposición de turno, le suman a la nota final
de la oposición dichos puntos por méritos aportados. A mayor cantidad de méritos, mayor
puntuación). Pues bien, como venía diciendo, sería una buena idea que en el apartado de
méritos también añadieran un “anexo” el cual podría decir algo tal que así: “Al personal laboral
de Seguridad Privada que en función de escoltas privados hayan realizado servicios especiales
y/o dependientes de alguno de los Ministerios (como lo que llevamos haciendo nosotros
durante todo este tiempo, o como en el caso más reciente, el de los compañeros embarcados
en los atuneros españoles en el Océano Índico) de manera demostrable (eso ya con la formula
correspondiente que sea necesario, que a tanto no llego), se les valorará de la siguiente forma:
Por cada año de servicio prestado como escolta privado en el País Vasco o Navarra, “x” puntos.
Por cada fracción (meses, semanas, días) de año no completado trabajado en los mismos
lugares, “x” puntos. Por cada año/ fracción de año trabajado en servicios especiales (tipo
atuneros), “x” puntos, etc., etc., etc.”
De esta manera seguro que muchos de nosotros estaríamos (si contemplaran la
posibilidad de dejarnos acceder o por lo menos darnos la posibilidad de poder opositar a las
FF.CC. de Seguridad, salvando los obstáculos antes mencionados) realmente agradecidos y
valorados sin que necesariamente “tuvieran que regalarnos nada”, ¿no creen?
Creo, sinceramente, que no sería tan difícil y costoso, tanto para este caso, como para
el resto de posibilidades para darnos una salida digna. Sólo con realizar unas pequeñas
modificaciones en los pliegos de condiciones y requisitos para el acceso a las FF.CC. de
Seguridad y a las FF.AA. (para el que prefiera esta opción) en posteriores convocatorias, como
han hecho en algunas oposiciones a Cuerpos policiales autonómicos o de Policías Locales de
ciertas CC.AA., donde han ido subiendo paulatinamente el tope de la edad máxima para poder
presentarse a la convocatoria, por ejemplo. O en el caso de las otras opciones expuestas, si
legislaran y actualizaran bien la Ley de Seguridad Privada con la misma rapidez que cuando la
“parchearon” para que pudiésemos realizar las funciones que hemos estado haciendo durante
todos estos años, podríamos tener muchas más salidas a nuestra situación en un breve plazo
de tiempo (ya que hay que recordar que ya hay bastantes compañeros en el paro) sin que “nos
regalen nada”, sin saturar nada, y sin, creo yo, mucho coste económico, porque, por si alguien
no se ha dado cuenta todavía, en ningún momento he pedido a nuestros responsables
(políticos o no) ningún tipo de compensación o indemnización económica por los años de duro
trabajo sufridos y explotación por parte de las empresas de seguridad hacia sus trabajadores
(sobre todo en esta última etapa) pegándonos contra todos. Lo único que queremos, es seguir
desarrollando nuestra profesión y seguir trabajando en lo que nos gusta a la mayoría. Que es
trabajar en el mundo de la Seguridad, ya sea pública o privada.
Para terminar finalmente, después de toda esta exposición de motivos sobre nuestra
situación y las posibles soluciones a ella, lo único que me queda es a emplazarles a Ustedes a
que estudien detenidamente esta reclamación, rogándoles encarecidamente que, si lo tienen
Ustedes a bien, nos ayuden a sacar a la luz pública nuestro problema y hagan así oír nuestra
voz, de tal modo que se remuevan algunas conciencias, porque parece que en este País , si
Ustedes no les dan un toque de atención a nuestra clase política sobre problemas a solucionar
como el nuestro, del que son directamente responsables, ni se inmutan. Y lo que queremos
son soluciones “reales” y en condiciones. Nada de caramelos envenenados como hasta ahora.
¡Basta ya de tomarnos el pelo! Y resuelvan nuestra situación sin dejarnos “tirados” después de
habernos utilizado como si fuéramos pañuelos de papel.
Así que, por favor, ayúdennos. Creen foros de debate y de opinión que ayuden más si
cabe a proporcionar más soluciones a nuestro problema. A ver si de una vez por todas se dan
por aludidos y enterados y nos escuchan, que pienso que nuestro gremio se merece cuanto
menos un mínimo de consideración y de respeto hacia nuestro trabajo y sacrificio que hemos
ofrecido por su seguridad.
Sin más, me despido de Ustedes, agradeciéndoles mucho que al menos hayan
dedicado algo de su tiempo para leer este escrito y conocer de primera mano el estado en el
que nos encontramos “estos grandes olvidados” y al paso que vamos también inexistentes,
pero ante todo, las PERSONAS que nos dedicamos a esta dura profesión (aunque algunos digan
lo contrario).
Reciban un cordial saludo.
Jorge, uno más.